Durante el Aconcagua estuvimos en una parte de los Andes donde la vegetación era escasa y la altitud era un factor a tener en cuenta. Tras descansar en Puente del Inca, nos dispusimos a tomar un bus de largo recorrido que nos llevaría a la Patagonia.
Estuvimos metidos dentro de un autobús desde las 21h hasta las 13h aproximadamente (unas 17 horas). No era un autobús cualquiera, y aunque no daban leche merengueda ni hacía tolón se portaron bien porque nos atendieron con cena, desayuno y almuerzo. Estuvimos bien acompañados de una maratoniana sesión de cine e incluso un bingo en el cual por muy poco no obtuve el premio deseado de una botella de vino de Mendoza.
Bariloche...
Llegamos a la capital de la Patagonia muy contentos del gran recibimiento brindado por las aguas del Lago Nahuel Huapi con sus aguas azuladas y enormes brazos e islas.
La vista desde el Cerro Campanario es espectacular. Los fiordos hacen aparición y a pesar de que la cordillera de los andes va disminuyendo en altura a medida que viajamos hacia el sur, la sensación de estar rodeado de glaciares es aún más grande (los vientos fríos del Pacífico tienen la culpa).
Cerro Tronador...
1. El Tronador: oír cómo el hielo se rompe y produce un ruido tan igual al de unos truenos como si rugiese ó cobrase vida.
2. El Ventisquero Negro: situado por debajo del inmenso Glaciar Manso (con un espesor de nieve que parece que va a caer y que asustaría hasta al más optimista). Se caracteriza por ser un glaciar de color negro debido a los sedimentos y a diferencia del color blanco de cualquier otro glaciar.
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